domingo, 23 de mayo de 2010

Un post que se lee y se escribe en los comentarios ¿ te atreves?


Clica en los comentarios y lo sabrás....

6 comentarios:

Ripley dijo...

Desde hace mucho tiempo, la esencia de este blog está tanto en la palabra como en la imagen; lo escrito se fundamenta en la imagen que lo acompaña. la imagen es adorno y causa del post. Hoy os pongo estas imágenes y os pido que seáis yo, es decir, que escribáis algo relacionado con ellas. Yo ya sé lo que acompaña a estas fotos, pero y vosotr@s, ¿ qué os sugieren?

Lucía dijo...

Recuerdo el momento en que me despedí de ti en la estación después de las 48 horas más maravillosas de mi vida.

El fin de semana en el que me enseñaste el cielo, en el que me hiciste sentir que podía llegar a formar parte de tu mundo. El fin de semana en el que te besé como si fueras mío.

Después, ya en la estación, un "adiós", un "cuídate mucho", un beso en cada una de mis mejillas y te diste la vuelta.

Tú volvías a tu mundo al tiempo que el mío se caía hecho pedazos. Nunca sabrás que me pasé todo el viaje llorando en silencio, como sólo se puede llorar cuando se tiene el corazón roto.

Sólo me queda la imagen de esa estación mientras tú me decías "adiós, cuídate mucho", dejabas un beso en cada una de mis mejillas y volvías a tu mundo al tiempo que el mía se caía hecho pedazos.

Nunca sabrás cuánto te amaba ese día.

Sra. Castafiore dijo...

Estaba muy cansada y algo aturdida, me esforce en recordar lo que había pasado, qué tonta habia sido, en un momento había dejado de prestar atención a la carretera y me habia chocado con un enorme chopo. No podía hablar y me dolia todo el cuerpo. No fui capaz de encontrar el teléfono ni de desabrocharme el cinturón.

Aunque no quería, los párpados cayeron pesadamente sobre mis ojos y perdí la consciencia.

No se cuanto tiempo había pasado cuando me desperté, ya no sentía dolor y me notaba más ligera. Sin dificultad pude soltarme el cinturon y salí del coche por mi propio pie.

Comencé a andar en dirección a lo que parecía una casa, y cuando llegué me encontré con un anden atestado de viajeros y sumamente bullicioso. Sonaban continuamente avisos en diferentes idiomas que no identificaba. Miré desde el anden hacia abajo y no encontraba las vías. Comence a agitarme interiormente, no era normal ese tráfico de pasajeros, en ese lugar ¿y dónde estaban las vías? No encontraba a ningun empleado del ferrocarril, así que comence a escrutar a los viajeros. Entre tanta persona exotica y estrafalaria noté una mirada que se fijaba en mí. Al acercarme reconocí a mi madre sentada en un banco de la estación, corri a abrazarla y le dije ¿Mamá, que haces aquí? Ella con una voz dulce me dijo he venido a acompañarte, tienes que coger el tren. ¿Pero mamá, qué tren? le dije yo. Pronto aparecerá una pequeña locomotora, la locomotora de Caronte.

Anónimo dijo...

El amor ya no es una máquina a vapor...ya no pita al llegar a las estaciones, donde los viajeros esperan su llegada con inmensa emoción, a sabiendas de que el viaje será largo y fructífero, lleno de paisajes imposibles forjados a mano por hombres indómitos a pie de raíl. Abismos y cumbres, túneles y llanos….emociones.

El amor es hoy un ave-tren, una contrarreloj en el que te devuelven dinero si no cumplen horario. Controles en la estación, seguridad ficticia, premura...
Los paisajes planos se suceden como en una pantalla de plasma, parecen irreales, no da tiempo a identificarlos al tiempo que miras una película con desgana.
El ave ya no para en los lugares pequeños, se salta las estaciones viejas, como si ya no existieran sus habitantes. Ya no ven pasar los trenes, sólo los padecen.
Echo de menos viajar por la vida a vapor...

Anónimo dijo...

Me gustaría coger un tren con destino a ninguna parte...


escandinava

Hei Jei dijo...

hay estaciones por las que ya no pasa ningún tren y sólo ciertos objetos nos recuerdan lo que allí hubo...