domingo, 26 de abril de 2009

El pequeño lector

Mucho se habla estos días de libros. Son los grandes protagonistas de la semana. A un lado, los escritores que nos proporcionan, salidas de su imaginación, esas historias con las que llenar nuestras horas y nuestra propia imaginación; al otro, el lector, destino final de lo que el escritor escribe. Porque no hay libro sin escritor, pero tampoco lo habría sin lector.

Yo tengo cientos de libros que campan a sus anchas por casi todas las habitaciones de mi casa. Puedo decir que soy una gran lectora, aunque como muchas veces se ha dicho, necesitaría muchas vidas para poder leer todos los libros que me apetece. Me alegra saber, que pese a las tecnologías digitales y las nuevas formas de entretenimiento, leer sigue siendo la gran pasión de millones de personas en este mundo.

A menudo se pregunta, el escritor, ¿nace o se hace? No, no voy a intentar teorizar sobre el tema. Hoy me interesa el lector, ¿nace o se hace? Sin lugar a dudas, el lector se hace. Mi madre, en su juventud fue una gran lectora, yo la veía leer cada noche y yo también leía. El amor por la lectura, por las palabras, lo convertí en modo de vida.

Ahora es mi sobrino quien ha tomado el testigo en mi familia. Desde que era un bebé se le han comprado libros. Empezamos con libros blanditos, con dibujos y táctiles, para ir conociendo imágenes y texturas; libros de plástico, lavables y con la posibilidad de poder meterlos en la bañera cuando se le bañaba; sus primeros cuentos “de mayor” en formato más tradicional. En un par de semanas cumplirá 4 años y puede presumir de tener casi una centena de libros en su biblioteca. Coincido con él cada día a la hora de comer. Siempre hay algún libro cerca.
- Tata, ¿me lo lees? – es su frase. Entonces nos sentamos cómodos, él a mi lado, y yo le voy leyendo el cuento, poniendo voces a los personajes, exagerando la narración para mantener su atención. A veces el me interrumpe y me hace preguntas, otras, cuando es uno de esos cuentos que se conoce de memoria, me pide el libro y me dice que él me lo cuenta a mi. Hace poco ha empezado una nueva rutina entre nosotros. El coge un folio blanco y hace cuatro garabatos. Yo le pregunto que qué está haciendo y él me contesta que está escribiendo un cuento.
- ¿Me lo contarás cuando lo termines? – le pregunto yo.
- Sí, pero ahora estoy “trabajando”. Espera Tata. – unos segundos después ha acabado, se sienta frente a mi y, muy serio, comienza su relato. Después me tiende el papel, que yo recojo, y me dice:
- Ahora sigue tú. – entonces yo pongo cara de circunstancias y le digo:
- Espera que mire dónde tengo que seguir.
- Vale.- y se acomoda para escucharme. Yo he aprovechado esos segundos para improvisar el principio del cuento, el resto saldrá sobre la marcha, según sus reacciones a mi historia y siempre echando un vistazo rápido a su hoja de garabatos, como si estuviera leyendo el cuento por él escrito.
Es aún muy pequeño, pero estoy segura de que será un gran lector cuando aprenda a leer. De momento, sus ratos de lectura son compartidos. A veces me digo que ojalá no creciese para no perder estos momentos, pero vendrán otros. En el colegio le han dicho a mi hermana que tiende hacia las letras más que hacia las ciencias. El dice que de mayor va a ser profesor de inglés, como yo. Espero que también escritor, es un pequeño gran narrador de historias.

martes, 21 de abril de 2009

Donde dije ciego digo idiota

Primavera. ¡Qué tendrá para ser la estación del año con más alto porcentaje de ajetreo sentimental! ¿Quién no ha recibido noticias últimamente de enfados, rupturas, nuevas parejas y todo aderezado con dosis de impaciencia?

Andaba yo hablando con una amiga sobre el último post que he subido a Desde la Ventana, algo que escribí hace dos años, algo que para mi puede ser pasado, pero que quizás tú o tú viváis como presente. Los sentimientos son eternos, las historias se repiten en otras personas….La conversación sigue y yo le explico el por qué de ese post…

Ella: El amor es ciego.

Yo: Pero con cada decepción se recupera vista.

domingo, 19 de abril de 2009

Avance de temporada primavera-verano en tu armario


He renovado vestuario sin ir de compras . Y es que no hay nada mejor que ponerse a ordenar el armario de la ropa para descubrir que tienes ropa de la que no te acordabas. Y, no, no porque te la hayas comprado hace años – esa también la descubres en la tarea de ordenación- sino porque te la compraste y se quedó allí, enterrada en tu armario y en tu mente.
Yo tengo temporadas de comprarme mucha ropa y otras de no comprarme nada, pero sobre todo, visto con la ropa conjuntada pero uso poca ropa, y no porque no tenga más, sino porque casi siempre me acabo poniendo las mismas prendas, hasta que están un poco desgastadas o me canso. Y en eso me olvido del resto de la ropa que tengo.
He calculado que uso menos de un 50% de la ropa que tengo. También he descubierto ropa que aún no he estrenado – pero claro, es que yo me compro ropa, pero no la estreno inmediatamente y algunas veces me acuerdo al cabo de cierto tiempo de que me compré tal o cual prenda. Menos mal que la ropa se renueva de una temporada a otra, porque entonces me pasaría como con los libros, que tengo dos ejemplares de algunos porque no recordaba que los tenía.
Así que hoy no tengo más ropa que ayer pero sí tengo más ropa para ponerme…aunque me haya llevado horas poner todo en orden.

miércoles, 15 de abril de 2009

Como hoy es miércoles, te cuento tres

Hoy es miércoles. La semana avanza rápido aunque yo estoy muy espesa y bastante descentrada. Ayer fue un día curioso, sorprendente, de cosas inesperadas, pero, no todo contable. Fui, como todos los días, a comer a casa de mis padres. Tenia una carta de la universidad donde estudié. Justo antes de las vacaciones de Semana Santa recibí otra en la que amablemente me decían que en sus archivos no contaba que había presentado mi memoria del CAP ni había solicitado el título y que si no lo hacía antes de septiembre de este año, el próximo curso pasaría a ser un Master de dos años. Primeramente aluciné con lo que leía y, aunque sabía perfectamente que era un error informático/humano, quien iba a tener que dar mil vueltas para arreglarlo era yo, eso estaba claro. El primer problema es que yo presenté esa memoria hace 14 años, que es cuando acabé la carrera, y obviamente, el papelito que certifica tal título, no es algo que tenga a mano así que me iba a tener que poner a revolver papeles. Decidí dejarlo para la vuelta de las vacaciones y hacerlo con tranquilidad. Afortunadamente, no he tenido que hacer nada; ayer me llegó otra carta pidiendo perdón por el error y diciendo que mi documentación está en orden. La pregunta es : ¿qué hubiera pasado si el error informático que ellos dicen no hubiera sido subsanado? Esta claro que mucha informática, pero al final, lo que vale para probar cualquier cosa es el soporte impreso en papel de toda la vida. Supongo que he tenido suerte de que haya sido ese título y no , por ejemplo, el de mi licenciatura, el que haya sufrido el “error informático”, pero bueno, supongo que la lección aprendida es simple: hay que guardar muy bien todos los papeles importantes, no vaya a ser que alguien patoso de a un botón y haga que ya no tengamos lo que tenemos.
Vamos a por el dos. Ayer tocaron al timbre de mi casa y, pensando que eran mis padres con mi sobrino a hacerme una visita, abrí sin preguntar y ataviada con mi atuendo casero: vaqueros muy desgastados y una camiseta. Al abrir la puerta veo que no es mi familia, sino dos chicas muy jovencitas de entre 18 y 20 años quienes están enfrente:
-“Hola”,
-“Hola”.
- ¿Están tus padres?
- No, no están. Viven en su casa. Yo soy la dueña.
- ¿Tú? ¡Pero si eres muy jovencita! Perdona.
- No pasa nada ..blablablabla
Joven, creo que sí soy. Jovencita, creo que ya no. Que tienen que ir al oculista las dos niñas, fijo. Y es que por muchos años que me hayan quitado, tengo 37 años, y aunque es cierto que aparento bastantes menos… ¿Cuántos se consideran aceptables para poder decir que tu eres la dueña de una casa? Siendo sincera no es la primera vez que vivo una situación surrealista por causa de la diferencia que parece existir entre mi edad real y la que aparento, pero, yo pensaba que con los años iba a dejar de pasarme. En fin, cosas de la genética familiar. ¿Me dejarán jubilarme con 65 años o tendré que esperar a aparentarlos? ¿Me dirá alguna vez alguna mujer que soy una madurita interesante?
Y llegamos al tres. El lunes hice acto de presencia en casa de mis padres después de muchos días sin verles y encontré que había comida familiar. Mi sitio, como siempre, al lado de mi sobrino, para compartir una comida nada adulta y muchas risas. Cuando terminamos de comer, a jugar corriendo por toda la casa para bajar bien la comida y hacer una digestión adecuada. Jugábamos con unas pistolas de bola y yo le perseguía por el pasillo para darle.
- Si te doy, me das un beso.- El se para y me dice:
- No, Tata. Si yo te doy, te doy un beso y si tú me das, me das un beso.
- Vale- le digo yo.
- Pero yo primero Tata. Y sólo puede dar beso quien tenga la pistola en la mano.
- Vale, cariño. ¿Dónde me quieres dar?.....
Mi pistola fue pasando por toda la familia y mi sobrino nos regaló besos a todos como parte de las reglas de un juego que él había cambiado. Me reí mucho. Siempre nos lo pasamos muy bien jugando los dos juntos. Y me di cuenta de que los adultos siempre ponemos las reglas para beneficio propio; los niños, en su bondad e ingenuidad, las cambian para hacer felices a los demás y son ellos mismos felices. Si pudiera existir un modo de que nunca cambiase esa parte según nos hacemos adultos, los científicos deberían investigarlo. Una vez más, un pequeñajo de 3 años me ha dado una lección como persona. Ojalá no creciese nunca.

domingo, 12 de abril de 2009

Qué mal ser oyente de tu propia vida

Hazme un favor, deja de seguir viviendo la vida como oyente. Participa en ella. Se protagonista de tu propia vida. No, nada en esta vida es una cuestión de blanco o negro, de todo o nada, de Sí o No, de lo tomas o lo dejas. No sé muy bien qué es la felicidad ni cómo vivir la vida “correctamente”. Tampoco creo que haya que malgastar tiempo en pensarlo. Pensar en lo que queremos vivir resta tiempo a vivirlo. Ver cómo los demás viven su vida hace que nosotros no vivamos la nuestra, hacer a los demás felices eclipsando nuestros deseos no nos hace buenas personas.
¿Quieres ser oyente? Vete a una conferencia. Escucha música, pero, por favor, no seas oyente de tu propia vida, estarás de acuerdo conmigo en que si alguien tiene que contarte tu vida, no es tu vida. Tenemos la capacidad de decidir y actuar. Tú decides. Tú actúas. Yo decido. Yo actúo.

miércoles, 1 de abril de 2009

Ríe, ríe pero los Beatles no han escrito una canción con tu nombre




Ríe, ríe, pero los Beatles escribieron una canción con mi nombre.
¡ Qué serían los viajes diarios en coche al trabajo sin música! En realidad, ¿qué serían mis días sin música? Hoy tocaban The Beatles. Me pone de buen humor escucharles, o al menos, compensa la espera en el atasco .
Mientras escuchaba Anna, go to him, que yo cambiaré por Her, he pensado en todas las locuras que he hecho por amor. ¡madre mía! Algunas, al recordarlas me han hecho avergonzarme; otras, pensar que estaba loca, pero ¿qué es el enamoramiento si no es locura?
Al llegar a casa he buscado una foto en mi pc, es mi nombre escrito en la arena de una playa valenciana. Alguien lo escribió para mi, sacó una foto y me la mandó con un Te quiero. Yo nunca he hecho eso por nadie. Pero lo haré. En uno de mis móviles tengo “dime que me quieres”, de Tequila, así fue como una de las mujeres a las que más he querido, me dijo que me quería. Debo reconocer que sigue sonando cuando me llaman. Pero claro, no hay dos sin tres así que me he puesto a rebuscar en mis archivos y he encontrado un relato, surgido de uno de esos fines de semana de piiiii intensivo sin salir de casa, ¡madre mía!, pero quizás mi favorito es el que lleva menos tiempo en mi poder, pero el más especial para mí. Alguien se curró la canción de “La lista de cosas que quiero hacer contigo” (mirad un par de post atrás), y se grabó cantándola y tocándola a la guitarra. Ufff, cada vez que la oígo se me siguen poniendo los pelos de punta.¡Cómo cambia una canción cuando sabes que es sólo para tí!
Así que aquí estoy, escribiendo las cosas que han hecho para mi, por amor (básicamente porque me da vergüenza poner las que yo he hecho) y pensando en cual será mi próxima maquinación. Con los años he perfeccionado mi arte del disimulo y ya no me pilla mi amada cuando tramo algo romántico.
Pero si, tú tendrás una canción con tu nombre, aunque no te la habrán escrito los Beatles...