viernes, 20 de junio de 2014

insistir, resistir, persistir y nunca desistir

Puede que no aceptar que algo sea suficiente, que me cueste tirar la toalla cuando algo se pone " cuesta arriba" hayan hecho que ¡ por fin! las piezas de mi puzzle vital empiecen a encajar poco a poco cuando yo menos podía esperar que lo hiciesen. En unos días empezaré mis vacaciones estivales . Unas vacaciones que prometen ser muy buenas y felices. Nada me hacía pensar hace unos meses que mi vida iba a cambiar tanto este año. Han sido seis meses muy intensos. Sé que tengo muchas cosas que sacar y curar a nivel emocional. La inesperada enfermedad de mi padre que le puso a un pie de la muerte por un error médico y la lucha de seis meses por sacarle adelante me han mostrado una fortaleza que no sabía que yo tenía . También ha cambiado la relación familiar. Hace apenas unos días que hemos vuelto a casa, aún queda un largo camino hasta que todo esté totalmente superado y soy consciente de que todo el estrés de este medio año me va a pasar factura en algún momento, porque tendrá que salir de alguna forma. De momento me podré tomar unas vacaciones  muy especiales que para nada podía haber imaginado  que fueran a ser así.  También esto ha sido una lucha muy larga que  nunca esperé fuera a tener este final que, realmente, es un principio. Supongo que algunos caminos son fáciles y otros no , y a mi me ha tocado el dificil. Sé que no soy la misma persona que era hace un año, soy consciente de cuantas cosas me han pasado desde el verano pasado y todo lo que eso me ha hecho cambiar en cuanto a ideas, planteamiento vital y rutinas de vida. Todo pasa por alguna razón , y aunque lo pasado haya sido mucho y muy duro, sé que ahora soy una persona mucho mejor, más madura, más fuerte y mucho más decidida a luchar por esa felicidad que la vida me da.
Os espero en mi verano, y me encantaría que os quedaseis en el otoño y me acompañaseis a lo largo del invierno hasta la primavera. Y después podemos seguir si aún os apetece.

Seguimos por aquí. 

martes, 3 de junio de 2014

quisiste ser torero y acabaste corneado de muerte

Estaba cansada. Ya era tarde. El día había sido largo e intenso y después del trabajo, a las 9,  había ido al hospital de nuevo para ver a mi padre y recoger a mi madre. Tenía hambre y ninguna gana de ponerme a cocinar algo , así que una ensalada y algo de picoteo me pareció fantástico. El día había sido de verano e invitaba a una cena fría. Siguiendo mi costumbre de abrir ventanas cuando hace bueno para que el aire se renueve, dejé abierta la puerta del balcón. Con mi cena lista sobre la mesa, me dispuse a cenar mientras veía algo en la tele. Qué no me importaba demasiado, sólo pretendía entretenerme un poco mientras daba cuenta de mi frugal cena. No había hecho nada más que empezar a comer cuando oigo un intenso zumbido que se hace cada más potente y veo entrar raudo como un rayo un moscardón enorme en mi salón que decide quedarse y pasearse con su zumbido una y otra vez primero recorriendo todo el techo y poco después de un lado a otro de la pantalla del televisor. Mi paciencia, escasa ya por el cansancio y el hambre, decide que es mejor mantener  la calma, levantarme, cerrar la puerta del salón y abrir la ventana para ver si el moscardón  sale y me deja cenar en paz. Lo hago y vuelvo a sentarme esperando pacientemente a que salga para volver a levantarme a cerrar la ventana....Pero no, el moscardón decide ponerse tocapelotas y pasearse por todo el salón y , lo que es peor, por delante de mis narices sin dejarme cenar, muy chulo él. Me levanto y cojo una revista. Intento mostrar al pequeño insecto al camino a la libertad pero entonces se pone torero y me pega unos pases a derecha e izquierda que me enfurecen y me hacen sentir ridícula así que decido volver a sentarme a terminar de cenar y seguir esperando a que se vaya él solito . Pero no, se aposenta sobre el televisor a descansar y camina sobre el borde de la pantalla unos minutos para volver a torearme enseguida..y yo vuelvo a caer en su juego...hasta que harta, me siento , sigo cenando y me muestro indiferente. El moscardón sigue un poco revoloteando cerca de mi y yo sigo cenando con toda la calma que se puede tener mientras le veo zumbar alrededor de mi televisor sin dejarme ver nada. Entonces se para sobre el mueble. Pasa un minuto, dos , tres y sigue ahí, dando pequeños pasitos pero sin volar. Me levanto tranquila, cojo el periódico , lo enrosco y ¡ Zas! ...... 
Miro el periódico con el moscardón aplastado y no puedo evitar decirle que lo siento, pero que una tiene sus límites y que la culpa es suya.
Tiro el periódico a la basura, vuelvo al salón y ceno tranquilamente. ¡ por fin un poco de paz y silencio!