martes, 3 de junio de 2014

quisiste ser torero y acabaste corneado de muerte

Estaba cansada. Ya era tarde. El día había sido largo e intenso y después del trabajo, a las 9,  había ido al hospital de nuevo para ver a mi padre y recoger a mi madre. Tenía hambre y ninguna gana de ponerme a cocinar algo , así que una ensalada y algo de picoteo me pareció fantástico. El día había sido de verano e invitaba a una cena fría. Siguiendo mi costumbre de abrir ventanas cuando hace bueno para que el aire se renueve, dejé abierta la puerta del balcón. Con mi cena lista sobre la mesa, me dispuse a cenar mientras veía algo en la tele. Qué no me importaba demasiado, sólo pretendía entretenerme un poco mientras daba cuenta de mi frugal cena. No había hecho nada más que empezar a comer cuando oigo un intenso zumbido que se hace cada más potente y veo entrar raudo como un rayo un moscardón enorme en mi salón que decide quedarse y pasearse con su zumbido una y otra vez primero recorriendo todo el techo y poco después de un lado a otro de la pantalla del televisor. Mi paciencia, escasa ya por el cansancio y el hambre, decide que es mejor mantener  la calma, levantarme, cerrar la puerta del salón y abrir la ventana para ver si el moscardón  sale y me deja cenar en paz. Lo hago y vuelvo a sentarme esperando pacientemente a que salga para volver a levantarme a cerrar la ventana....Pero no, el moscardón decide ponerse tocapelotas y pasearse por todo el salón y , lo que es peor, por delante de mis narices sin dejarme cenar, muy chulo él. Me levanto y cojo una revista. Intento mostrar al pequeño insecto al camino a la libertad pero entonces se pone torero y me pega unos pases a derecha e izquierda que me enfurecen y me hacen sentir ridícula así que decido volver a sentarme a terminar de cenar y seguir esperando a que se vaya él solito . Pero no, se aposenta sobre el televisor a descansar y camina sobre el borde de la pantalla unos minutos para volver a torearme enseguida..y yo vuelvo a caer en su juego...hasta que harta, me siento , sigo cenando y me muestro indiferente. El moscardón sigue un poco revoloteando cerca de mi y yo sigo cenando con toda la calma que se puede tener mientras le veo zumbar alrededor de mi televisor sin dejarme ver nada. Entonces se para sobre el mueble. Pasa un minuto, dos , tres y sigue ahí, dando pequeños pasitos pero sin volar. Me levanto tranquila, cojo el periódico , lo enrosco y ¡ Zas! ...... 
Miro el periódico con el moscardón aplastado y no puedo evitar decirle que lo siento, pero que una tiene sus límites y que la culpa es suya.
Tiro el periódico a la basura, vuelvo al salón y ceno tranquilamente. ¡ por fin un poco de paz y silencio!

2 comentarios:

María dijo...

¡Llega el verano!

Juli Gan dijo...

¿Así que de safari? No, tranquila, obviaré referencias elefantíacas con abdicantes...O casi. Ánimo y que vaya todo bien.

Un abrazo.