martes, 19 de septiembre de 2017

azul y amarillo, o lo que es lo mismo, piña y limón

A mis padres les encantan los caramelos con sabor a menta de esos que te abren la respiración hasta llegar a los dedos de los pies y hacen que no necesites calzarte unos Geos para que tus pies respiren. Normalmente, antes de ir a verles, les llamo y les pregunto si necesitan algo,normalmente me dicen que no, y cuando ya estoy en su casa se acuerdan de que le faltaba esto o lo otro, pero otras veces hay suerte y se acuerdan antes. Esta vez no era necesariamente una necesidad, sino los caramelos que les gustan. 

Lo malo de ir a una tienda de chuches a comprar algo para otra persona es que acabas comprando también algo para ti, así que sobra decir que sí, que también salí con algo para mi , una bolsa de Sugus de colores. No los suelo comer muy a menudo, casi siempre a comienzos del curso, para mantener la garganta mojada y evitar quedarme sin voz. Pero tenía antojo. Confieso que cuando los cojo suelo hacer trampa, ¿ por qué? , pues porque los que me gustan son los de color azul y amarillo y puedo prescindir totalmente de los otros sabores, así que intento poner la gran mayoría de esos dos colores y algunos “infiltrados” de los demás colores/sabores para que quede un poco disimulado.

Los Sugus ya no saben como sabían hace años, tampoco muchas otras cosas, y es una pena , pero aún así los sigo comiendo de vez en cuando.Es una de esas cosas que me recuerda momentos de la niñez, cuando los comíamos en grandes cantidades gracias a una buena campaña de marketing que consistía en algo tan simple como quitarle el papel a tu Sugus y contar las veces que la palabra Sugus aparecía completa en el papel. Si tenias 10 completas te daban de regalo un pack que contenía precisamente 10 Sugus.

Así que justo ahora cuando cuelgue este post voy a comerme un Sugus y contaré cuantas veces la palabra Sugus aparece completa. Si tú o tú os coméis uno mañana , o pasado , no olvidéis contar también.