martes, 27 de octubre de 2009

Un buen día también puede ser cuadrado si te comes un pastel de la mejor pastelería de Bilbao

Ayer, de vuelta a casa después del trabajo, la noche era mucho más oscura gracias al cambio de hora. Y yo, como casi cada noche desde hace algo más de un año, al pasar por un nuevo edificio cercano a mi casa miré buscando una luz más encendida indicando algún vecino nuevo en el bloque. No sé por qué empecé a hacerlo pero, de repente, un día me di cuenta de que en aquel edificio sólo había una luz encendida en todo el bloque cada noche cuando yo volvía, y no sé por qué pero me causó una enorme tristeza. Pensé en lo triste que tiene que ser vivir tú sola en un edificio. Cuando unos meses después, una noche, vi una luz nueva, en otro piso, encendida, me alegré. Y desde entonces, cada día, al regresar del trabajo, miro buscando una nueva luz. Encontré otra nueva hace unos meses. Ya son tres vecinos en todo el bloque, pero me sigue dando inmensa tristeza. Y no es que a mi me guste socializar con mis vecinos, que son peores que los de “Aquí no hay quien viva”, pero es que un edificio fantasma tiene que dar mucha tristeza a quien vive en él rodeado de carteles de “Se vende”.

Hoy he tenido un día agotador pero estoy de un excelente humor. Hace tiempo que no me sentía tan tranquila y dueña de mi vida y también de mi futuro, y es una sensación que me gusta. He ido a la universidad. Con Bolonia todo ha cambiado y ahora no vale con seguir con la tesis a tu ritmo una vez registrada. Ahora hay que pedir prórrogas y matricularse cada año con el consiguiente pago de una cantidad de dinero que me ha parecido un atraco a mano armada y que me ha hecho plantearme no seguir adelante con la tesis, pero bueno, tengo tiempo hasta el 31 de diciembre para decidir qué hago. Si sigo mi directora de tesis tendrá que elaborar dos informes anuales sobre mi progreso, lo cual me obligará a llevar un ritmo de investigación que no sé si podré cumplir e imagino que tendré que empezar a viajar a Barcelona con cierta regularidad. No es que esto no estuviera en mis planes, pero sí lo estaba a un ritmo más lento.

De vuelta a casa he decidido pasear un poquito en vez de tomar el metro en la estación más cercana a la universidad. He aprovechado para hacer alguna foto, aunque pocas porque ni la luz era la ideal, ni he visto gran cosa que llamase mi atención. Al pasar por la mejor pastelería de Bilbao no he podido resistir la tentación de entrar y comprar los mejores pasteles que he probado en mi vida y de paso endulzarle un poco el día a mi familia.

Mi sobrino estaba en casa de mis padres cuando he ido a llevarles los pasteles. Está malo y mi hermana le ha dejado allí un ratito. Me he reído un montón con él. Últimamente, con la cercana llegada de su hermanita está en plan príncipe destronado y reclama nuestra atención así que hay que tener paciencia con él.

Tengo tantas ganas de hacer cosas, tantos proyectos en marcha que estoy cansada, pero es un cansancio agradable que no me molesta. Y sólo tenía que hacer las cosas de diferente modo a como llevaba años haciéndolo… y es que para tener un día redondo no hace falta comerse un donuts, también vale un pastel cuadrado de la mejor pastelería de Bilbao. Ummm





miércoles, 21 de octubre de 2009

El del día que me preguntaron que qué libro me llevaría a una isla desierta..


Siguiendo un poco con los anacronismos del post anterior hay una pregunta que me fastidia bastante –porque aquí no quedaría muy fino decir que “me jode mogollón”- y es esa de qué libro te llevarías a una isla desierta (o extendido: ¿qué tres cosas te llevarías a una isla desierta?). Pues bien, como ya he dicho que me parece absurda, os diré por qué.
Primero porque conscientemente jamás me iría a una isla desierta. Soy una urbanita declarada ( además de sibarita) y si me tengo que ir a la paz del campo, que ya no de una isla desierta, me llevaría media casa para hacer mi estancia soportable y claro, ya no sería irse a una isla desierta con el planteamiento de “irse a una isla desierta”. Porque claro, si me tengo que estar en una isla desierta cual Robinson Crusoe pienso yo que eso de escoger libro es un poco difícil, a no ser que alguna pitonisa te haya dicho la fecha de tu naufragio y tú , cual bobo te hayas embarcado.
Pero además, es que en los tiempos que vivimos cómo narices se puede seguir preguntando por una sola cosa si hasta en el amor (casi) todo el mundo ha pasado varias veces por eso del “gran amor”. Con la ingente cantidad de libros que se producen hoy en día y que nunca tendremos tiempo de leer así nos dediquemos a ello, ¿no deberían ya dejar esas preguntitas guardadas en un cajón?
Al lector de verdad no le puede gustar sólo un libro, porque quien lee porque le gusta ,lo hace en cantidad y en variedad, y son la una y la otra la que le permite distinguir lo bueno de lo malo o menos bueno. Además los lectores, como personas, pueden sentirse marcados por la lectura del libro más rematadamente malo que se haya escrito, simplemente porque llegó a sus ojos en un momento importante de su vida.
Se publica tan ingente cantidad de libros, los puntos de venta son tan variados..y lo que es peor, hay una cuasi guerra de precios, que mucha gente compra libros por razones muy diferentes de las que realmente nos tienen que hacer comprar un libro, y debo reconocer que, comprar un libro para decorar es la que más cabreo me produce de todas. Algunas editoriales lo saben y encuadernan los libros bellamente para eso; otras juegan con las portadas haciéndolas llamativas, como sí una portada bonita llevase dentro un gran libro y luego está el título, ese que nos tiene que llamar la atención para cogerlo de la balda y mirar de qué va.Ufff.
No sé cuantos libros tengo en mi casa y eso que aún no los tengo todos porque parte de ellos siguen en casa de mis padres pero llenan mi estantería y están apilados por otras partes. Algunos ni recordaba tenerlos. Puedo decir que tengo una buena biblioteca, con buenos títulos y cuidada. Me gustan los libros, son parte de mi vida así que, por favor que nadie me vuelva a preguntar que qué libro me llevaría a una isla desierta porque tener que leer un único libro sería el peor castigo que me pudieran dar, aunque fuera leer uno de mis libros preferidos….

miércoles, 14 de octubre de 2009

No es anacrónico no querer renunciar a ciertos placeres,lo es más no tenerlos

Estaba yo con una amiga en una de esas tardes de domingo lluviosas, tan propias de mi tierra, compartiendo café y charla en uno de los más antiguos cafés de Bilbao , cuando una pareja, de unos cuarenta y tantos años, de aspecto nórdico, se sentó en la mesa frente a la nuestra. El camarero, solícito, acudió a tomarles nota y , apenas unos segundos después, el hombre sacó una cantidad considerable de postales y las repartió entre su pareja y él. Durante un buen rato, ambos se dedicaron a rellenarlas, intercambiando apenas alguna confidencia, con una libreta entre ambos, en la que seguramente tendrían apuntadas las direcciones de los destinatarios.
Una escena que, hace años era muy típica pero que ahora, desgraciadamente, es casi anecdótica y hasta resulta un poco anacrónica en la era de los teléfonos móviles y los netbooks con conexión wifi.
Quizás en una semana, un mes, yo sea quien escriba esas postales, porque yo sigo siendo partícipe de esos anacronismos; escribo postales para quienes acabo de mandarles un correo desde la blackberry. ¿Por qué? Porque me encanta el momento de garabatear cuatro cosas sobre ese pequeño recuadro, añadir el nombre de la persona que me importa lo suficiente para querer hacerle ese pequeño regalo, y me encanta la magia de abrir el buzón, recoger esa postal y ver la caligrafía de alguien a quien yo le importo lo suficiente para mandarme ese pequeño trozo de papel. Quizás soy una nostálgica pero la misma frase escrita en una postal o leída en un mail no me conmueve lo mismo ni perviven en mi memoria de igual manera.
No quiero renunciar a ciertos placeres porque los tiempos hayan traído modernidades que simplifiquen mi vida. Quizás sigo pensando que las cosas que puedo ver y tocar de cerca son infinitamente mejores que todo este inmenso mundo virtual en el que vivimos…..

sábado, 10 de octubre de 2009

Destination unknown: hacia tierras salvajes


Esta mañana volvía a casa del trabajo. El coche parado en un semáforo y yo aprovechando para cambiar de emisora porque no me gustaba la música que ponían en la que llevaba. No sé por qué pero de repente han pasado todos los últimos meses muy rápido por mi cabeza y me he dado cuenta de mi gran error y de por qué, a pesar de todos mis esfuerzos de los últimos meses, las cosas no terminaban de arrancar y empezar a cambiar como deberían. No sé si alguna vez os ha pasado algo semejante, que después de darle muchas vueltas a algo acabáis por encontrar la respuesta de la forma más casual. Me ha dado muchísima rabia darme cuenta de que la respuesta la tenía tan delante de mis narices, que era tan obvia y no me había dado cuenta . Supongo que estos días pasados en los que me sentía tan rara tenían un por qué. Así que hoy, que es 10, está resultando ser un día 10 y esta tarde me siento genial. GUTA.
Ps: y para quienes me conocéis y sabéis que siempre he dicho que nunca me volvería a dejar crecer el pelo....pues ...me lo estoy dejando crecer...

martes, 6 de octubre de 2009

Donde el eje de los Polos se une...


Hace no mucho leí que puede haber 100 modos de editar un foto pero sólo 1 de publicarla. Supongo que, por eso, lo primero que se aprende al trabajar con fotos digitales es que nunca edites el original, que hagas una copia y trabajes sobre la copia. Si el resultado no te gusta, la borras, haces otra copia y vuelves a empezar.
Ojalá se pudiera hacer eso con la vida. Tomar un momento, hacer una copia, vivirlo, y si no nos gusta lo vivido, descartarlo y volverlo a vivir. Lo que sucede es que, con una foto sólo hay dos factores, la foto y el fotógrafo. El fotógrafo habrá tomado la foto que deseaba tomar y la editará según sus gustos. Nada más. En la vida, por el contrario, cada decisión que yo tome tendrá consecuencias para otras personas, que a su vez, tomarán decisiones que tendrán consecuencias sobre la mía y la de otras personas, y así sucesivamente haciendo que todo sea un cúmulo de casualidades, que nos guste o no, nunca podremos controlar: el efecto mariposa.
Pero a veces me niego a pensar en esa cadena de causas y busco otras razones, otras explicaciones que me hagan entender esos momentos de felicidad e infelicidad, a veces en cuestión de horas, que el ser humano tiene. Así que, si la vida es una dualidad: frio- calor, noche-dia, agua-desierto también tiene que haber esa proporción con las personas.
¿ y si la proporción fuera 50-50? El 50% del planeta es feliz y el otro 50 % infeliz y el hecho de que seamos felices o infelices depende, tan simplemente, como del sitio donde estemos en el momento preciso en el que algo nos vaya a pasar. Me imagino que yo soy el Polo Norte y alguien, al final del eje que une los dos extremos de la tierra, será el Polo Sur. Así que, si tengo la suerte de llegar al sitio X y al final del eje está alguien que es infeliz, yo seré feliz y cuando me mueva y al final de mi eje vaya habiendo otras personas felices o infelices yo seré feliz o infeliz, como ellos cuando yo sea su final del eje.
Y es que, a veces, hay que pensar en cosas absurdas para poder hacer feliz un momento infeliz…¿ nos movemos?