lunes, 14 de junio de 2010

Vértigo : límite mil metros hacia abajo




El otro día hablábamos de los miedos, esos que nos bloquean y nos impiden llevar una vida plena. Todo el mundo tiene miedo a algo, pero no todos los miedos limitan la vida de quienes los padece de igual manera. No es lo mismo tener miedo a los espacios cerrados que a los abiertos, ni miedo a la gente, a la oscuridad, a los perros o a las alturas. Muchas veces desconocemos ese miedo hasta que, accidentalmente, nos vemos enfrentad@s a él.

Yo, por ejemplo, desconocía que tenía vértigo, miedo a las alturas, hasta hace unos años. Como a todo el mundo, asomarme a una altura considerable me daba respeto; de hecho, vivo en un octavo y nunca he tenido, ni tengo, miedo de mirar hacia abajo, no me pasa nada, no me mareo ni me entra ningún agobio. Pero, hace unos años, en una excursión familiar a una montaña de más de mil metros, se me ocurrió acercarme al borde, junto con otros familiares, para mirar hacia abajo y “experimentar” la sensación de mirar hacia abajo desde una altura tan elevada. En cuestión de segundos me empezó a dar vueltas todo, mis piernas eran como de gelatina y sentí que me iba a lanzar al vacío. Afortunadamente me agarraron y aunque me llevé el susto de mi vida, no pasó nada. Yo creí que era algo circunstancial, pero cuando tiempo después intenté subir a otro sitio sin protección, me volvió a pasar lo mismo así que ahora no me subo a nada que, aunque esté alto no me ofrezca una protección que me “frene”.

Comentándolo el sábado alguien me dijo que ese tipo de vértigo, esas sensaciones, las tiene quien estando en esas circunstancias: a mucha altura y sin nada que prevenga que te puedas lanzar al vacío, experimenta la necesidad de lanzarse y que el mareo y demás son por ese deseo y conocimiento de que podría lanzarme al vacío. Nunca he tenido tendencias suicidas, me encanta la vida y lo que sí me da yuyo es la muerte, o al menos morir de forma dolorosa y larga, pero vamos, que sufrir esa clase de vértigo quiera decir que me podría lanzar, pues, la verdad, me dejó pensando…y pensando, pensando, he pensado que ¿ debería hacer puenting para “matar” ese gusanillo suicida con las alturas?

¿ a qué tienes miedo tú?

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso. Yo he hecho rappel, descenso de paredes de roca o edificios. Nunca he tenido sensación de vértigo. Desde hace unos años lo tengo. Sobre todo cuando no tengo cerca nada donde agarrarme. Por ejemplo: los ascensores que van por el exterior como el del Reina Sofía o el de los multicines donde voy ( me produce mareo), la estatua de Colón de Barcelona ( que subí por hacerle un favor a mi hermano, y casi me muero). Creo que el puenting no te ayudaría, seguramente morirías antes de un infarto, jajaj. Besets.

Anónimo dijo...

Quizás sea miedo a sentirte desprotegida, a la falta de seguridad.. yo tengo miedo a la enfermedad, propia y de aquéllos a los que quiero, a las injusticias, a los que tienen el poder y deciden sobre el destino de nuestra vida (del 98% del planeta), tengo miedo de los valientes, tengo miedo al sufrimiento de los que quiero, sobre todo de los que no se lo merecen, a que se vayan las ilusiones y no vuelvan otras.. a la desmotivación y energía mínima, a no sentirme viva, estando viva... buff cuantos... paro. Un saludo

Lucía dijo...

Coincido contigo, las alturas me dan pánico, pero más bien todo lo contrario que tú, en lugar de senti lanzarme al vacío, me pego a las paredes y soy incapaz de acercarme al borde de los acantilados. De hecho, de puro miedo, me pongo blanca y a sudar.

A pesar de todo, sitio en el que veo algo alto, sitio al que pregunto si se puede subir y allá voy de cabeza...

Estela Rengel dijo...

Dios, me parece una locura que esa reacción sea por una tendencia suicida o por ser capaz de tirarse... No sé, me parece demasiado exagerado, aunque el cuerpo humano es sabio y quizás sea una reacción de supervivencia...

Yo le tengo verdadero pánico a los insectos. Sobre todo si vuelan, porque mi mente me hace considerarlos superiores a mí, me anulan y no soy capaz de reaccionar.

Y también me da miedo la soledad, entendida como quedarme sola emocionalmente, no tener gente con la que contar, con la que vivir, a la que ayudar...

María dijo...

Al dolor (físico o espiritual).

wildwildreally dijo...

ufff a mí me pasa igual y te aseguro que amo la vida, y jamás haría puenting porque creo que me daría un yuyu impresionante!!!

Pena Mexicana dijo...

A ver... como terapia me parece un poco a lo bestia, disculpa el término :)
Si en realidad es algo que te limita en la vida, yo recurriría a algo menos angustioso, tipo un psicólogo o algo así...
Yo tengo muchos miedos, pero el que reconozco como irracional como para ponerlo en el cajón de las fobias es el que tengo a las embarcaciones. Pensar en subirme a un barco e imaginar toda el agua que hay bajo de él me pone mala...

besos (no te tires ni con goma ni sin goma, que te queremos seguir leyendo)

Sra. Castafiore dijo...

Una vez subí a una grua pluma con intención de hacer goming(como el puenting pero sin puente), y fuí incapaz de saltar, cuando me bajaron casi beso el suelo pero me gustó ver mi ciudad desde arriba.

Jirafas en Gerundio dijo...

El vértigo se desarrolla con los años, desgraciadamente. Es una realidad en la que se manifiesta el instinto cada vez más desarrollado por la supervivencia de las personas que vamos abandonando lo "inconsciente" de los años más mozos. Tengo miedo a sentir que no hay salida.

Sobrevivir dijo...

A mí me pasa igual, nunca me he parado a pensar el motivo, pero puedo estar en el sito más alto del mundo, si tengo donde sujetarme no hay problema, pero los espacios vacios me dan un pánico que no veas, te aseguro que lo que menos me apetece es lanzarme al vacio.

RATONES DE BIBLIOTECA dijo...

Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte.


Aristócratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos; joyas, tierras, ejércitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura.
Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que amor y perseverancia. Cuando le llegó el momento de hablar, le dijo:

- "Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de amor: estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas. Ése es mi dote".
La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar y le dijo al joven plebeyo:

- "Tendrás tu oportunidad: si pasas la prueba, me desposarás".
Así pasaron las horas y los días. El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear, con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento.

De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.
Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca.
Todo era alegría y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca alcanzó al joven plebeyo y le preguntó:

- "Qué fue lo te que ocurrió?, estabas a un paso de lograr la meta. ¿Por qué perdiste esa oportunidad?. ¿Por qué te retiraste?".
Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, el joven plebeyo contestó en voz baja:

- "No me ahorró ni un día de sufrimiento, ni siquiera una hora. No merecía mi amor".

evita dijo...

yo tengo un miedo horrible a equivocarme. y mira que lucho cada día contra él.

RATONES DE BIBLIOTECA dijo...

Algo que me sorprende es la capacidad que tenemos para sufrir y aguantar por amor los desprecios de la persona supuestamente amada.
¿Que necesitamos o que nos hace falta para estar aferrados a alguien que su sola presencia nos lastima y hace que perdamos poco a poco nuestra propia identidad y autoestima?

En alguna parte alguna vez lei: "EL AMOR VERDADERO LIBERA; NO TE HACE ESCLAVO DE LA VOLUNTAD; NI DEL ESTADO DE ANIMO DE LA OTRA PERSONA. EL AMOR VERDADERO TE HACE SER TU Y TE LLEVA A LIMITES INIMAGINABLES: TE IMPULSA A DAR LO MEJOR DE TI MISMO, NO PORQUE TENGAS A LA OTRA PERSONA A TU LADO, SINO PORQUE ESA PERSONA TE AYUDA A DESCUBRIRTE".

¿Vale la pena sufrir por alguien?
El merecimiento no siempre es egolatria sino dignidad. Cuando damos lo mejor de nosotros mismos a otra persona, cuando decidimos compartir la vida, cuando abrimos nuestro corazon de par en par y desnudamos el alma hasta el ultimo rincon, cuando perdemos la verguenza, cuando los secretos dejan de serlo, al menos merecemos comprensión. Que se nos menosprecie, ignore, olvide o desconozca friamente el amor que regalamos a manos llenas, es desconsideración o, en el mejor de los casos, desinteres o ligereza. Cuando amamos a alguien que ademas de no correspondernos desprecia nuestro amor y nos hiere, estamos en el lugar equivocado. Esa persona no es merecedora del afecto que le prodigamos.

La cosa es clara, si no me siento bien recibida en algun lugar, empaco y me voy. nadie se quedaria tratando de agradar y disculpandose por no ser como les gustaria que fuera. No hay vuelta de hoja: en cualquier relacion de pareja, no te merece quien no te ame, y menos aun, quien te lastime. Y si alguien te hiere reiteradsamente sin "mala intención" puede que te merezca pero no te conviene.

Retirarse a tiempo con la satisfaccion de haber dado lo mejor de nosotros mismos no tiene precio.
La vida es una obra de teatro que no permite ensayos... por eso canto rio, bailo, lloro y vivo intensamente cada momento de mi vida... antes que el telon termine sin aplausos.